Supongo que

Así con los sentidos sobreactivados y el cerebro espabilado me dispongo a filosofar acerca de lo natural y lo artificial en el caso del águila culebrera que apareció en nuestras vidas el pasado sábado 11 de septiembre. Sobre las 12:30 de la mañana supimos que un águila muy débil andaba por el puente de Benabal, y digo andaba porque según la información recibida eso es lo que hacía. Así que allí fuimos Miguel "Cayetano", Salva "el de Noli", Bernardo y yo, y en una caja de cartón, depositamos y transportamos al impresionante animal que ciertamente no podía volar y que sumisamente daba todo por perdido tendiendose en el suelo como única y rendida salida de la que seguro creía su acabada vida.

Después de consultar con el 112 y hablar con la veterinaria del Centro de Recuperación de Fauna Salvaje de Castellón, le dimos de comer medio conejo y la mantuvimos en su caja y en nuestros pensamientos hasta el día siguiente, domingo, cuando la amable veterinaria después de unos cuantos kilometros llegó a Teresa para trasladarla al centro. Antes le hizo un pequeño reconocimiento físico que arrojó un primer y esperanzador diagnostico: desnutrición.


Filosofía. Una de los primeros pensamientos que suelo tener cuando encuentro algún animal herido, débil, atrapado o extraviado, es el de si tengo o no derecho a intervenir, a cruzarme en su vida aunque ésta este llegando a su final, si es que la vida tiene final. Hoy en día ya no tengo dudas y en la mayoría de los casos intervengo y ayudo, pero hace un tiempo no era así, tenía mis dudas.


El curso "natural" de la vida de esta rapaz habría sido el de morir por inanición y ser comida por algún zorro, o alguna garduña, y más tarde, o al mismo tiempo por diferentes tipos de insectos, alimentando y participando generosamente del ciclo de la vida. Sin embargo aparecimos nosotros los humanos y les quitamos de la vista, que no de las ganas el gran y gratuito festín a los anteriormente mencionados carroñeros vecinos de comarca, y creo que al contrario de lo que algunos puedan pensar hicimos bien, ya que acaso nosotros humanos teresanos no somos seres vivos como los otros, animales con dimorfismo sexual, habitantes de este planeta; y si así es,¿no somos tan naturales como todo lo demás?, y si lo somos, que lo somos, todo aquello que hagamos en este planeta no es también natural, incluso el plástico que fabricamos con materias primas naturales, en máquinas hechas con materias primas naturales y con la energía que proviene de la transformación de materias primas naturales, es algo natural. Si nos negaramos a aceptar esta idea sería tanto como admitir que los tan buscados y esperados extrateterrestres somos nosotros mismos, y creo que esto no es así. Así pués defiendo la idea de que todo aquello que realiza el ser humano es absolutamente natural y no artificial, puesto que se desrrolla en nuestro entorno natural y utilizando lo natural, al igual que una vaca expulsa metano por el ano cuando se da un buen banquete de pasto, o la jalea real que las abejas sintetizan a partir de otras sustancias también naturales.

Circaetus gallicus
Águila culebrera, Culebrera europea, Águila marcenca, Arrano sugezale, Aguia cobreira
Estival, iverna en África. Escasa, unas 4.000 parejas. Se nutre de reptiles. Anida en árboles.
Grande, pálida con alas largas y anchas. Altura entre 62 y 69 cm, y envergadura entre 162 y 178 cm. Se cierne o se mantiene inmóvil en el viento al igual que los cernícalos, haciendo pequeños ajustes alares, siendo la única águila europea que lo hace. Es común verla en los cielos teresanos en verano, y muchas veces justo después de cazar volando con media culebra sobresaliendo de su pico todavía sin tragar.

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